Abel Martínez: el dirigente que siempre nadó contra la corriente
Abel Atahualpa Martínez Durán es una de las figuras más singulares y consistentes de la política contemporánea dominicana. Su carrera ha estado marcada por una constante: nadar contra la corriente.
El Comienzo
Desde sus primeros pasos en el ámbito público, ha sabido imponerse a los obstáculos. Tanto externos como internos, construyó una trayectoria que combina disciplina, audacia y resultados visibles.
En 1997, Martínez inició su carrera pública como fiscal adjunto del Distrito Nacional. Su desempeño le valió ser promovido apenas dos años después a fiscal titular de Santiago. Allí destacó por su eficiencia y carácter enérgico frente al crimen y la corrupción. Esa gestión lo proyectó nacionalmente y lo convirtió en una figura emergente dentro del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Su salto a la política electoral llegó en 2002. Fue electo diputado al Congreso Nacional por la provincia de Santiago. Fue reelecto en 2006 y nuevamente en 2010. Consolidó una presencia legislativa inusual por su juventud y capacidad de liderazgo.
En el período 2010-2016, asumió la Presidencia de la Cámara de Diputados. Desde allí impulsó una gestión institucional, ordenada y con fuerte enfoque en la transparencia y la dignificación del rol legislativo.
Trayectoria en el PLD
Aunque Abel Martínez es miembro del Comité Central y del Comité Político del PLD, su trayectoria interna ha sido todo menos convencional. En un partido históricamente dominado por corrientes, liderazgos cerrados y estructuras piramidales, Martínez aunque vinculado al otrora líder del PLD Leonel Fernández, siempre mantuvo una independencia política. Esto le ganó admiración y también resistencia dentro de su propia organización.
Durante sus años como alcalde de Santiago (2016–2024), muchos dirigentes del PLD —especialmente los vinculados al danilismo— lo trataron como un opositor interno. A pesar de eso, su administración fue reconocida por la transformación urbana, la limpieza, el orden y la disciplina institucional en el Ayuntamiento.
Incluso en su segundo período, bajo un gobierno del PRM, continuó ejecutando obras y manteniendo la estabilidad administrativa. Lo logró sin respaldo directo del poder central.
Su gestión municipal marcó un antes y un después en la administración pública local. Abel Martínez implementó políticas urbanísticas que mejoraron la imagen de Santiago. Rescató espacios públicos y fortaleció la seguridad ciudadana en coordinación con la Policía Municipal. Estableció una cultura de respeto al orden. Es por esto que muchos santiagueros lo catalogan como el mejor alcalde en la historia de la ciudad. Solo es comparable con figuras como José Enrique Sued o Monchy Fadul.
Su Carrera
La carrera de Abel Martínez ha estado marcada por los retos. En su propia organización, fue visto con recelo por algunos de los llamados “viejos robles” del peledeísmo. Ellos no asimilaban su rápido ascenso a posiciones de poder y su independencia de criterio. Sin embargo, su disciplina política y su respaldo popular le permitieron mantenerse como un referente dentro y fuera del PLD.
Su momento más complejo llegó en las elecciones de 2024, cuando fue candidato presidencial del PLD. Enfrentó una campaña plagada de divisiones internas, renuncias y desinterés de parte de su propia dirigencia.
Su jefe de campaña, Francisco Javier García, abandonó el equipo. Muchas estructuras partidarias tradicionales se desmovilizaron. Pese a ello, Abel Martínez logró mantener una digna tercera posición. Superó las expectativas de analistas que pronosticaban el colapso total del partido tras los escándalos de corrupción. Estos escándalos afectaron a exfuncionarios y familiares del expresidente Danilo Medina.
La Campaña Presidencial
A pesar de no haber alcanzado la Presidencia, el capital político de Abel Martínez no se ha debilitado. Muy al contrario, las más recientes encuestas lo posicionan como uno de los líderes opositores con mayor valoración pública. Incluso sin estar en campaña, su discurso de orden, institucionalidad y eficiencia continúa resonando en amplios sectores de la población.
Con más de 26 años de experiencia pública, Abel Martínez combina la formación jurídica con la práctica política. Ha demostrado que el liderazgo se construye con resultados, coherencia y carácter. Hijo menor de una familia numerosa de 15 hermanos, su historia personal también refleja esfuerzo y mérito propio. Valores que han marcado su vida pública.
Conclusión: la resistencia como identidad
Abel Martínez encarna una figura política moldeada por la resistencia. Siempre bajo la sombra de adversidades internas y externas. Sin embargo, ha sabido transformar esas dificultades en oportunidades para reafirmar su liderazgo y su marca política.
En una época donde los partidos tradicionales enfrentan crisis de identidad, Abel Martínez representa una de las pocas figuras que han logrado conservar credibilidad, estructura y proyección nacional.

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