“¿Proteger o culpar? El discurso que incendia a Santiago”
La seguridad ciudadana en Santiago atraviesa una de sus etapas más tensas de los últimas semanas, y mientras la población exige respuestas, el director de la Policía Nacional en esta demarcación, general Juan Bautista Jiménez Reynoso, pareciera empeñado no en garantizar la protección, sino en responsabilizar a las víctimas.
Su declaración —“la gente provoca a los delincuentes usando prendas de alto valor”— ha caído como gasolina en un terreno seco.
¿Cómo es posible que, en medio de una ola de hechos violentos, donde han muerto ciudadanos, exagentes policiales y personas inocentes víctimas de atracos, el máximo representante del orden en Santiago decida culpar a la población por “provocar” a los delincuentes? Un discurso peligroso, irresponsable y desconectado de la realidad.
La ministra de Interior y Policía, Faride Raful, presentó una cifra que, en papel, luce alentadora: 5.3 homicidios por cada 100 mil habitantes, una de las más bajas del país.
Pero las estadísticas no siempre cuentan la historia completa.
En las calles, Santiago vive otra narrativa un exagente del Dicrim asesinado en un presunto atraco donde, irónicamente, no le robaron nada, un intento de asalto que terminó con una mujer muerta en Plaza Gómez Díaz, delincuentes que se movilizan con aparente facilidad, cometen sus delitos y en algunos casos han caído abatidos o fueron capturados, pero no antes de sembrar el terror.
Mientras tanto, el general Jiménez Reynoso se concentró en advertir que la población “tienta a los ladrones” con joyas y relojes caros.
¿Ese es el nivel de análisis que merece una provincia con más de un millón de habitantes?
Programas de radio, plataformas digitales y podcasts —tanto de Santo Domingo como de Santiago— han estallado contra el discurso del general.
Incluso la columna El Espía de Diario Libre lo resumió en una frase demoledora: “El mundo al revés… ahora los ladrones tienen la justificación perfecta: los provocan”.
En redes sociales, la reacción ha sido igual de contundente: “Si usar una cadena es una provocación, entonces la Policía ha renunciado a su rol”, dicen muchos comunicadores, y lo cierto es que la ciudadanía no está para que le asignen culpas: está para que le garanticen derechos.
Las críticas no provienen solo de la población, fuentes internas de la institución aseguran que Jiménez Reynoso es visto como un “policía de oficina”, más vinculado a trámites que a operaciones reales.
Su historial lo delata, trabajo en Asuntos Internos, dirigió la DIGESETT, luego a la Policía en la Línea Noroeste como directo y regresó a Santiago como director, por lo que muchos catalogan como una carrera administrativa, no operativa.
Pero más grave aún: su gestión en Santiago ha sido escenario de escándalos de alto perfil, incluyendo el episodio de cinco muertos en La Barranquita, que terminó en la justicia y dejó muy mal parada a la institución.
Si algo ha erosionado aún más la imagen policial ha sido la agresión a miembros de la prensa como los casos de Roberto Reyes, Inocencio Encarnación, Maricela de la Cruz y Amparo Infante, todos golpeados, empujados o agredidos por agentes policiales en pleno ejercicio de su trabajo. Cuando una policía le teme a las cámaras, algo se está haciendo mal.
Los “pica-pica”: el cáncer interno que nadie quiere enfrentar
Uno de los señalamientos más repetidos —y más peligrosos— es la multiplicación de los llamados “pica-pica”: Personas sin rango, sin uniforme oficial, sin función clara… pero operando dentro de las instalaciones policial como si fueran parte del organigrama.
Punto de reunión, supuestos gestores, intermediarios de “soluciones” y favores.
Lo peor: muchos aseguran que su presencia cuenta con la anuencia del propio director. Y todos en Santiago saben lo que eso significa.
El otro silencio incómodo: el negocio de las motocicletas retenidas
Cientos de motocicletas —algunos hablan de más de mil— permanecen apiladas en los patios policiales. Denuncias ciudadanas aseguran que para recuperarlas hay que pagar entre RD$1,000 y RD$2,000 pesos.
Sin multa oficial.
Sin acta.
Sin documento.
Solo dinero.
Eso no es seguridad.
Eso no es orden.
Eso no es legalidad.
Eso es un síntoma de algo mucho más grave.
Retenes inútiles y predecibles: otro fracaso operativo
La población ya conoce los “famosos retenes” del general: puente Hermanos Patiño, Estrella Sadhalá, la Rotonda, los mismos puntos, las mismas horas, el mismo guion, cualquier delincuente con un mínimo de inteligencia puede evitarlos, pero la población trabajadora no, por eso muchos lo ven como un mecanismo perfecto para “picar”, pedir, retener, incomodar y recaudar informalmente.
¿Quién protege a quién?
La percepción general hoy en Santiago es demoledora: La Policía está protegiendo a otros intereses y no al ciudadano.
Se habla de centros de diversión protegidos con patrullas, joyerías vigiladas con agentes asignados., “Campos” o puntos de droga operando sin freno y en contubernio, entre otros rumores, todo esto mientras el director insiste en que el problema es la cadena del ciudadano, no la estructura criminal que opera a plena luz del día.
Cuando un director policial culpa a una víctima por usar una prenda…
Cuando se multiplican los escándalos…
Cuando la institución agrede periodistas…
Cuando los retenes se convierten en peajes…
Cuando las motocicletas retenidas se vuelven un negocio…
Cuando el silencio oficial es la única respuesta…
Entonces no estamos ante una crisis de delincuencia.
Estamos ante una crisis de dirección.
El general Jiménez Reynoso no necesita decir más, sus palabras —y sus silencios— ya lo han dicho todo.

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