Hacia una elección inédita: ¿Se encamina República Dominicana a un choque histórico entre tres expresidentes en el 2028?
Por primera vez en la historia reciente, la República Dominicana podría presenciar un escenario electoral sin precedentes: dos expresidentes —Danilo Medina y Leonel Fernández junto al actual presidente Luis Abinader— disputándose el poder al mismo tiempo.
Un panorama político que no solo trastocaría el sistema de partidos, sino que también podría redefinir el rumbo institucional del país en la próxima década.
La chispa que encendió este debate provino del diputado Ramón Bueno (PRM), quien anunció que someterá un proyecto para habilitar constitucionalmente al expresidente Danilo Medina, actualmente impedido de aspirar por haber agotado dos períodos presidenciales, sin embargo, la propuesta tiene una implicación mayor, casi inevitable: si se habilita a Danilo, también se abre la puerta para que Luis Abinader pueda optar por un tercer mandato, es decir: la reforma no sería solo para un líder opositor… sino también para el presidente en ejercicio.
Aunque Ramón Bueno asegura que su iniciativa es un acto de “fortalecimiento democrático”, el efecto político real va mucho más allá de su justificación formal.
Lo que está en juego no es solo la habilitación de Medina, sino la posibilidad de configurar unas elecciones donde las tres figuras más influyentes del siglo XXI en la política dominicana —Abinader, Medina y Fernández— vuelvan a medirse cara a cara.
Sería una repetición —en versión recargada— de la histórica contienda del 1996 entre Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez y un joven Leonel Fernández, pero con un ingrediente explosivo: todos fueron presidentes, todos tienen estructuras políticas maduras y todos representan un modelo de poder distinto.
2028: Un choque generacional entre la vieja guardia y la fuerza juvenil
La República Dominicana de 2028 no será la del 2012 ni la del 2020, el país se aproxima a un ciclo en el que más del 55% del padrón estará compuesto por jóvenes entre 18 y 38 años, una generación hiperconectada, menos fiel a los partidos tradicionales y con un nivel de escepticismo político sin precedentes.
Un enfrentamiento entre tres líderes políticos que podría activar un fenómeno inesperado, como es respuesta generacional donde los jóvenes podrían interpretar este triple duelo como un regreso del sistema político a su zona de confort: los mismos líderes de siempre, las mismas estructuras, los mismos vicios, y esto podría provocar un voto de rechazo o un voto antisistema.
Otro punto es la pulverización del voto tradicional, con tres colosos dividiendo el electorado, el peso de la juventud adquiere más valor proporcional, si los jóvenes acuden masivamente a las urnas —como ocurrió en Chile, Colombia o Costa Rica— podrían ser quienes inclinen la balanza.
Y un tercer punto es el de una nueva agenda electoral, donde los jóvenes no votan por lealtad partidaria: votan por causas, y esto obligaría a Medina, Abinader y Fernández a reinventar sus discursos, abandonar la retórica del pasado y responder preguntas incómodas sobre transparencia, corrupción, costo de la vida, empleo digno, el tema reciente y los derechos digitales, medioambiente, seguridad ciudadana entre otros, es decir, una agenda alejadas de las rivalidades políticas tradicionales.
La sola idea de habilitar expresidentes —tanto el actual como uno del principal partido opositor— pone en evidencia una de las grietas más profundas del sistema político dominicano y es la pregunta de ¿Reformas constitucionales a conveniencia?.
Una Constitución que se reforme cada vez que una figura poderosa queda fuera del juego electivo se convierte en un traje a la medida, no en un pacto de nación.
Otro tema es la debilidad institucional crónica, si Danilo obtiene habilitación por presión partidaria y Abinader también, se enviaría un mensaje claro: Los partidos controlan las reglas del juego; las instituciones solo las legitiman.
Y tercero es la desconexión con la realidad social, ya que mientras el país debate sobre habilitaciones, la ciudadanía vive problemas urgentes: Desempleo juvenil, inseguridad, costo de la canasta familiar, crisis migratoria, entre otros temas, por lo que el debate político está arriba… pero el malestar ciudadano está abajo.
¿Qué significaría un enfrentamiento Abinader–Medina–Fernández en 2028?
Sería un terremoto político con múltiples efectos: Fragmentación del voto ya que ninguno superaría fácilmente el 45%, las elecciones irían casi seguro a segunda vuelta, la incertidumbre dominaría el proceso, y una reconfiguración total del mapa político ya que el PLD, la FUPU y el PRM se mirarían como rivales históricos en igualdad de condiciones, y cada uno tendría un líder probado, con capacidad de movilización masiva.
Además el voto indeciso sería el árbitro ya que más del 28% del electorado dominicano hoy no se identifica con ningún partido, por lo que ese grupo definiría la elección, y agregarle a esto que las redes sociales serían el campo de batalla decisivo, ahí es donde está la juventud, la opinión pública emergente y las nuevas formas de militancia.
Entonces nos preguntamos ¿El país está preparado para un escenario así?
Un enfrentamiento entre tres expresidentes puede interpretarse de dos maneras: Como una muestra de vitalidad democrática, porque todas las fuerzas políticas tienen líderes fuertes y competentes, o como señal de agotamiento, porque la clase política no ha permitido que surjan nuevos liderazgos en 20 años.
Dependerá de cómo los partidos afronten el proceso y, sobre todo, de cómo la juventud reaccione a esta batalla del pasado en un país que exige cambios del futuro.
Entonces el 2028 podría marcar un antes y un después ya que si la reforma avanza y Danilo Medina queda habilitado, inevitablemente quedará habilitado también Luis Abinader, y si ambos deciden correr, Leonel Fernández no dejará pasar la oportunidad.
El resultado sería una elección histórica: tres expresidentes, tres estructuras gigantes, tres visiones de país y una juventud que podría decidirlo todo.
La pregunta clave, sin embargo, no es quién ganará.
La pregunta es: ¿qué futuro quiere realmente la República Dominicana?
¿Y quién está preparado para representarlo?

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