Hoy se cumplen 28 años del fallecimiento de Madre Teresa de Calcuta

El sonido de los pasos de Madre Teresa en los pasillos de Calcuta parecía silencioso, pero su presencia se sentía en cada rincón. Cada gesto, cada sonrisa y cada mano extendida contaban una historia de compasión, fe y entrega absoluta. Desde Skopie hasta la capital india, su vida se convirtió en un viaje marcado por la misión de abrazar a los más olvidados, a los que ella llamaba los “más pobres entre los pobres”.
Hoy, a 28 años de su fallecimiento, el mundo recuerda a esta pequeña mujer de gran corazón, Anjezë Gonxhe Bojaxhiu, conocida mundialmente como Madre Teresa de Calcuta, y reflexiona sobre un legado que sigue inspirando la solidaridad y la fraternidad en todas partes del planeta.
Filosofía de vida y legado
Madre Teresa enseñó que la misericordia no conoce fronteras y que cada pequeño gesto de amor puede transformar vidas. Su frase más conocida, “Tal vez no hablo su lengua, pero puedo sonreír”, refleja su enfoque simple y profundo.
Incluso en sus últimos años, enfrentando enfermedad y la llamada “noche oscura del espíritu”, continuó sirviendo a los más necesitados hasta su fallecimiento el 5 de septiembre de 1997. Su legado continúa vivo a través de las Misioneras de la Caridad, presentes en más de 123 países y con más de 4.000 religiosas, demostrando que el amor y la solidaridad pueden trascender fronteras, culturas y generaciones.
Su vida
Madre Teresa nació como Anjezë Gonxhe Bojaxhiu el 26 de agosto de 1910 en Skopie, actual Macedonia del Norte. Desde niña recibió educación religiosa y fue formada en valores de servicio y solidaridad que moldearían su destino. A los 18 años decidió consagrar su vida a Dios y se trasladó a Irlanda para ingresar al Instituto de la Beata Virgen María, donde recibió el nombre de María Teresa. Poco después viajó a India, enseñando durante casi dos décadas en escuelas para jóvenes de familias acomodadas.
Su vida cambió radicalmente el 10 de septiembre de 1946, cuando experimentó lo que ella llamaría su “llamada dentro de la llamada”: un momento espiritual en el que Jesús le reveló su dolor ante los más necesitados y la invitó a convertirse en el rostro de Su misericordia. Ese momento definió su misión de vida y la llevó a dedicarse a los marginados de Calcuta.
Voto religioso y fundación de las Misioneras de la Caridad
En 1950, Madre Teresa fundó la congregación Misioneras de la Caridad, con la misión de atender a los “más pobres entre los pobres”: enfermos, abandonados y marginados de la sociedad. Adoptó un sari blanco con bordes azules, símbolo de humildad y servicio, y pronto se unieron a ella varias de sus exalumnas. La congregación fue reconocida por el arzobispo de Calcuta en 1950 y por Pablo VI en 1965, expandiéndose por África, América Latina, países comunistas e incluso la Unión Soviética.
Su voto religioso incluía la pobreza, la obediencia y la castidad, pero también un compromiso absoluto con la humanidad. Su labor trascendió fronteras y culturas, llevando ayuda material y espiritual a los más necesitados y consolidando un legado global de solidaridad y misericordia.
Premio Nobel de la Paz y reconocimiento internacional
La labor incansable de Madre Teresa fue reconocida internacionalmente en 1979, cuando recibió el Premio Nobel de la Paz. En su discurso, destacó la importancia de la vida y la defensa de los más vulnerables: “El más grande destructor de la paz es el aborto”, afirmó, recordando que cada vida merece respeto y protección.
Su figura también fue apreciada por líderes religiosos y mundiales. Mantuvo una relación cercana con Juan Pablo II, quien visitó la casa de Calcuta donde ella atendía a los moribundos, y con Pablo VI, quien apoyó sus iniciativas humanitarias. La canonización de Madre Teresa en 2016, a menos de dos décadas de su muerte, consolidó su reconocimiento como un ejemplo de santidad y dedicación al prójimo.