Papito en la cancha, Valentín en la sombra”: el contraste político que sacude a Santiago
Dos líderes, dos estilos… y una misma ciudad como termómetro político
En Santiago, la cuna de grandes figuras políticas, dos hombres que hoy son parte del engranaje gubernamental del presidente Luis Abinader —sin pertenecer al PRM— están marcando un contraste tan evidente como inevitable: Rafael “Papito” Cruz Rodríguez, del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), y Julio César Valentín Jiminián, líder de Justicia Social.
Ambos fueron incorporados al gobierno como aliados estratégicos, con posiciones de alto nivel: Papito Cruz como director del Centro de Desarrollo y Competitividad Industrial (Proindustria), y Valentín como superintendente de Seguros. Sin embargo, el manejo de sus cargos, su cercanía con las bases y su conexión con el pueblo santiaguero no podrían ser más distintos.
Rafael “Papito” Cruz es, a juicio de muchos, el funcionario más visible y activo de los aliados no perremeístas en Santiago, su presencia constante en eventos deportivos, sociales, industriales y políticos lo ha convertido en una figura de cercanía, accesible y de bajo perfil mediático, pero con alto valor político.
Se le ve en las gradas del Baloncesto Superior de Santiago, en el Estadio Cibao, en actos empresariales o culturales, y en actividades oficiales del presidente Abinader, sin estridencias, sin comitiva, sin alardes, quienes lo conocen aseguran que llega solo, a veces sin protocolo, y que incluso ha sido confundido por organizadores que ignoran su rango político, “porque no lo pregona”.
Desde Proindustria, su gestión ha sido reconocida por incluir a compañeros reformistas y técnicos de Santiago, ofreciendo oportunidades laborales y abriendo espacios de apoyo al sector manufacturero y MIPYME. Dentro de su partido, muchos afirman que Papito ha hecho más por los suyos desde una dirección técnica que otros desde cargos con mayor presupuesto.
No es raro escucharlo mencionado como posible candidato en 2028, ya que fue regidor durante varios períodos y se le reconoce un dominio profundo de la Ley 176-07 de Municipios, lo que lo coloca como un político de estructura, no de improvisación.
En el otro extremo está Julio César Valentín, el exsenador de Santiago y ex presidente de la Cámara de Diputados, quien alguna vez fue una de las voces más influyentes del Congreso Nacional y una de las figuras más hábiles del escenario político dominicano.
Hoy, desde la Superintendencia de Seguros, su figura se percibe lejana, distante del Santiago que lo vio ascender políticamente, quienes antes llenaban locales para escucharlo —los llamados “valentinistas”— hoy expresan decepción y desconcierto por su ausencia en los barrios, clubes y zonas donde antes era recibido como un líder cercano.
Sus más fieles aliados locales, como Glen Davis, Felipe y Fernando Bonilla, se mantienen activos, pero la base de Justicia Social reclama que Valentín se ha convertido en un “funcionario de oficina”, visible solo en fotos institucionales desde la capital.
Incluso José de la Cruz, exsuperintendente de Bancos en Santiago y cercano colaborador suyo, también se encuentra ahora en la Superintendencia de Seguros, pero pocos de los dirigentes santiagueros han sido tomados en cuenta dentro de esa estructura.
Mientras tanto, los seguidores que lo acompañaron en las victorias de 2006, 2010 y 2016 siguen esperando el gesto político de su líder, que hasta el momento no ha llegado.
En el termómetro social y político de Santiago, la percepción es clara: Papito Cruz está ganando terreno y Valentín lo está perdiendo.
Cruz ha sabido mantener presencia sin protagonismo, construyendo liderazgo con acción, cercanía y resultados visibles. Valentín, en cambio, parece haber optado por la discreción institucional, en un momento donde la política moderna exige exposición, conexión y narrativa pública.
Analistas locales afirman que la diferencia no radica solo en estilos, sino en una desconexión progresiva de Valentín con su base natural, mientras Papito consolida su influencia en el tejido industrial y comunitario.
Eduardo Estrella: otro aliado que se diluye en la distancia
A esta ecuación se suma Eduardo Estrella, ministro de Obras Públicas y presidente del partido Dominicanos por el Cambio, quien también ha sido señalado por su escasa presencia local, aunque mantiene poder dentro del gabinete, su contacto con la base de Santiago se limita a actos donde acompaña al presidente Abinader.
La ausencia de Estrella, sumada a la de Valentín, refuerza la figura de Papito Cruz como el único aliado político que mantiene presencia activa y conexión directa con la gente.
No se trata de quién es “mejor” o “más importante”, sino de quién ha entendido el pulso de su gente, mientras Valentín parece haberse institucionalizado hasta el anonimato, Papito Cruz se mantiene con los pies en el suelo, en las calles, en los barrios y en los eventos donde se construye la legitimidad política real.
En una ciudad tan observadora como Santiago, donde los liderazgos se premian por presencia, compromiso y contacto, la conclusión es inevitable: Papito está en la cancha; Valentín, en la sombra.

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